Esta ha sido uno de los temas controversiales a lo largo de los años,
y que lamentablemente muchos han respondido de una manera emocional y
no a través del análisis bíblico. Aquellos de nosotros que crecimos en
el catolicismo siempre oímos que el suicidio era un pecado mortal que
enviaba a la persona al infierno irremediablemente. Para muchos, que han
crecido con esa posición, se le hace imposible despojarse de esa idea.
Otros han estudiado el tema y después de haberlo hecho han concluido
que ningún cristiano sería capaz de terminar con su vida. Hay otros que
afirman que un cristiano podría cometer suicidio, pero perdería la
salvación. Y aun otros piensan que un cristiano podría cometer suicidio
en situaciones extremas, sin que eso conlleve su condenación.
En esencia tenemos entonces cuatro posiciones:
a) Todo el que comete suicidio bajo cualquier circunstancia va al infierno (posición Católica tradicional).
b) Un cristiano nunca llega a cometer suicidio porque Dios lo evitaría.
c) Un cristiano puede cometer suicidio, pero perdería su salvación (posición Arminiana).
d) Un cristiano puede cometer suicidio sin que necesariamente pierda su salvación.
La primera de estas cuatro posiciones fue básicamente la única
creencia hasta la época de la Reforma, cuando la doctrina de la
salvación (Soteriología) comenzó a ser mejor estudiada y entendida. En
ese momento tanto Lutero como Calvino concluyeron que ellos no podían
afirmar categóricamente que un cristiano no podía cometer suicidio, y/o
que el que se suicidaba iría a la condenación. En la medida en que la
salvación de las almas fue analizada en detalle, muchos de los
reformadores comenzaron a concluir de manera distinta a lo que la
iglesia de Roma había tenido hasta entonces.
Al final del camino, la pregunta es: ¿Qué dice la Biblia?
Comencemos mencionando aquellas cosas que sabemos de manera definitiva a partir de la revelación de Dios:
- El ser humano es totalmente depravado (primer punto del TULIP calvinista). Con esto no queremos decir que el ser humano es tan malo como pudiera ser, sino que todas sus capacidades están teñidas por el pecado: su mente o intelecto, su corazón o emociones y su voluntad.
- Debido a lo anterior, el ser humano es capaz de cometer cualquier pecado.
- El cristiano ha sido regenerado, pero aun después de haber nacido de nuevo, debido a la permanencia de la naturaleza carnal, continúa con la capacidad de cometer cualquier pecado, con la excepción del pecado imperdonable.
- El pecado imperdonable es mencionado en Marcos 3:25-32 y otros pasajes, y a partir de ese contexto podemos concluir que este pecado se refiere al rechazo continuo de la acción del Espíritu Santo en la conversión del hombre. Otros, a partir del pasaje citado, lo entienden como el atribuir a Satanás las obras del Espíritu de Dios. Obviamente, en ambos casos se está haciendo referencia a una persona no creyente.
- De manera particular queremos destacar que el cristiano es capaz de quitarle la vida a otra persona, como lo hizo el Rey David, sin que esto afectara su salvación.
- El sacrificio de Cristo en la cruz perdonó todos nuestros pecados: pasados, presentes y futuros (Colosenses 2:13-14, Hebreos 10:11-18).
- Lo anterior implica que el pecado de mañana de un cristiano fue perdonado en la cruz, donde Cristo nos justificó, y al justificarnos nos declaró justos sin serlo, y lo hizo como una sola acción que no necesita ser repetida en el futuro. En la cruz Cristo no nos hizo justificables, sino justificados (Romanos 3:23-26, Romanos 8:29-30).
La salvación y el acto del suicidio
Dentro del movimiento evangélico existe un grupo de creyentes, a
quienes ya hemos aludido, denominados Arminianos, que difieren de los
Calvinistas en relación a la doctrina de la salvación. Una de esas
diferencias, que no es la única, gira en torno a la posibilidad de que
un cristiano pueda perder la salvación. Una gran mayoría en este grupo
cree que el suicidio es uno de los pecados capaces de quitarle la
salvación al creyente. Nosotros, que afirmamos la seguridad eterna del
creyente (Perseverancia de los santos) no somos de aquellos que creemos
que el suicidio o cualquier otro pecado eliminaría la salvación que
Cristo compró en la cruz.
Dentro de la posición Calvinista, algunos afirman que un cristiano
jamás cometería suicidio. Sin embargo, no existe un versículo o pasaje
bíblico que pueda ser usado para categóricamente afirmar esta posición.
Algunos, conociendo esto, defienden su posición señalando que en la
Biblia no hay ningún suicidio cometido por creyentes, mientras que
aparecen varios casos de personajes no creyentes que terminaron con su
vida. Con relación a este señalamiento, quisiera decir que usar esto
para establecer que un cristiano no puede cometer suicidio no es una
conclusión sabia, porque estamos haciendo uso de un argumento de
silencio, que en lógica es el más débil de todos. Hay múltiples cosas no
mencionadas en la Biblia (cientos o quizás miles), y si hacemos uso de
argumentos de silencio estamos corriendo el riesgo de establecer
posibles verdades nunca reveladas en la Biblia. Ejemplo: no aparece un
solo relato de Jesús riendo; a partir de ahí yo podría concluir que
Jesús nunca rió o que no tenía la capacidad para reír. ¿Sería esto un
argumento sólido? Obviamente no.
Quisiéramos enfatizar que si alguien que ha vivido una vida
consistente con la fe cristiana comete suicidio, tendríamos que
preguntarnos antes de ir más allá si realmente esa persona ha
evidenciado frutos de salvación, o si su vida fue más una religiosidad
que otra cosa. Pienso que probablemente este sería el caso en la mayoría
de los suicidios de los llamados cristianos.
A pesar de esto, creemos que al igual que Job, Moisés, Elías y
Jeremías, los cristianos pueden deprimirse tanto hasta el punto de
querer morir. Y si ese cristiano no tiene un llamado y un carácter tan
fuerte como el de estos hombres, pensamos que pueden ir más allá del
solo deseo y terminar quitándose la vida. En este caso, el que Dios haya
permitido que esto ocurriera pudiera representar parte de la disciplina
de Dios, por este cristiano no haber hecho uso de los medios de gracia
dentro del cuerpo de Cristo provistos por Dios para la ayuda de sus
hijos.
Muchos opinan, como ya aludimos, que este pecado cometido en el
último momento no proveyó oportunidad para el arrepentimiento, y es esto
lo que termina robándole la salvación al suicidarse. Yo quisiera que el
lector creyente pausara por un momento y se pregunte qué pasaría si él
muriera justo en este instante, si él piensa que morirá libre de pecado.
La respuesta a esta pregunta es evidente: ¡No! Nadie
muere sin pecado, porque no hay un instante de nuestras vidas en la que
el ser humano está completamente libre de pecado. En cada momento de
nuestra existencia hay pecados en nuestras vidas de los cuales no
estamos ni siquiera apercibidos, y otros que sí conocemos, pero que en
ese momento no nos hemos dirigido al Padre para buscar su perdón,
simplemente porque lo hemos considerado de menos cuantía, o porque
estamos esperando por el momento apropiado para ir a orar y pedir dicho
perdón.
La realidad en torno a esto es que cuando Cristo murió en la cruz
pagó por nuestros pecados pasados, presentes y futuros, como ya dijimos.
Por tanto, el mismo sacrificio que cubre los pecados que han
permanecido con nosotros hasta el momento de nuestra muerte es el que
cubriría un pecado como el suicidio. La Palabra de Dios es clara en Romanos
8:38 y 39 “Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los
poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos
podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Note que este texto dice que “ninguna otra cosa creada”. Esta frase incluye al creyente mismo. Notemos también que este pasaje habla de “ni lo presente, ni lo por venir”, haciendo referencia a situaciones futuras que todavía no hemos vivido. Por otro lado, Juan 10:27-29 nos habla de que nadie nos puede arrebatar de la mano de nuestro Padre, y Filipenses 1:6 dice que “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús“.
Por Pastor Miguel Nuñez

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