“Sólo para profesionales” advertían las promociones del más grande
evento de aviación acrobática en los Estadios Unidos, el EAA Airventure
2013, porque no todo el mundo estaba preparado para ver que lo
“imposible” en el cielo, ya es una realidad en el mundo de la aviación y
en la mente de quien creyó en el poder del hombre sobre la tierra.
Ver
descender aviones a 150 millas por hora ha sido una aventura fascinante
desde hace 50 años cuando comenzaron a realizarse los vuelos de
exhibición y destrezas aéreas, y una diversión llena de adrenalina, pero
un hombre volando con cara sonriente, sujetado sólo de un armazón
tecnológico, era algo sin precedente.
La Fy-In organizada por la
Experimental AirCraft Association (EAA) y en la que participan la mayor
parte de compañías relacionadas con el mundo aeronáutica, es la que
sirvió de escenario al piloto Yves Rossy para mostrarle a la humanidad
que la naturaleza del hombre es el desafío a lo imposible.
Con esta concepción ideológica es que Rossy, conocido como Jetman, se
ha convertido en el único hombre en la historia de la aviación que ha
logrado mantener el vuelo de su cuerpo con un jet-powered atado a su
espalda, logrando captar la atención de millares de espectadores que sin
ser profesionales se atrevieron a dejar subir su adrenalina al ver el
vuelo humano de un hombre sin límites ni fronteras.
Los pioneros
de la aviación comenzaron a volar un aparato en posición horizontal,
luego osaron en sentarse con sus rostros protegidos con cristales, como
los astronautas, para lograr después permanecer en cabina bajo la
presión del aire acondicionado.
Este cronograma de eventos ya
logrados necesitaba dar paso a algo novedoso utilizando la tecnología,
ha declarado a la prensa estadounidense Yves Rossy, por lo que, a su
entender, lo que seguía era utilizar la tecnología en el más increíble
sueño de disfrutar de la sensación de la velocidad, densidad y
temperatura del aire en un posición horizontal.
Es así como Rossy
se atreve a iniciar su vuelo por el espacio sin alas, elevadores,
timones u otros controles aerodinámicos. Solo mueve el ala volante con
su cuerpo arqueándolo para mantener el control de la pirueta y ladeando
la cabeza para ejecutar un viraje inclinado.
Después de unos 10
minutos surcando espacio, el planeador despliega su paracaídas y
desciende a un aterrizaje suave, haciendo latir nuevamente el corazón de
quienes sintieron que durante el “vuelo humano” se le paralizó al
solidarizarse con quien pensaron que caería en picada.
En el
background de este desafiante aventurero suizo se cuenta que por tierra
corría descalzo, montaba bicicleta y motocicleta en altas montañas,
condujo un carro de carreras y practicaba montañismo, esquí, snowboard
wakeboard y rafting, y piloteó una lancha rápida.
Su viaje por el
cielo comenzó a finales de 1970 al iniciar sus estudios de mecánica de
avión obteniendo una licenciatura en ingeniería bajo un programa
financiado por el Estado de Suiza y comenzó a volar con la Fuerza Aérea a
los 20 años.
Luego se trasladó al sector civil manteniendo los
lazos con los de la Fuerza Aérea. Su último cargo fue como capitán del
vuelo Airbus de Swiss International Air Lines en el 2007 y al año
siguiente tomó un año sabático para trabajar a tiempo completo en su ala
“mágica”, creando el concepto “Jetman” con sus raíces en la experiencia
de Yves en el paracaidismo.

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